Por Alejandro Iglesias, sommelier AAS*.
Tras la búsqueda constante de diversidad y nuevos vinos, hoy la viticultura local busca alternativas a las cepas tradicionales para demostrar su potencial. Entre las variedades que más se han destacado en lo últimos tiempos sin dudas está el Cabernet Franc, hasta hoy considerada el padre del Cabernet Sauvignon, que en terroir argentino ha demostrado que tiene mucho para brindar.
Originario de Burdeos, el Cabernet Franc es una de las viníferas más importantes junto al Cabernet Sauvignon y el Merlot a la hora de los grandes tintos. En nuestro país siempre asumió el rol de cepa de corte por su capacidad de definir en un vino frescura y elegancia ya que su carácter, más dócil que el de un Cabernet Sauvignon, resulta ideal para el toque final.
Sus características suelen ser en cierto sentido similares a las de su primogénito aunque con más delicadeza, color menos profundo y aromas más refrescantes. Si bien no es una variedad exigente a la hora de elegir donde desarrollarse, los mejores resultados los da en zonas frescas o con buena amplitud térmica, ya que su maduración es relativamente temprana.
En la zona de Burdeos es siempre utilizada junto a otras variedades y define la personalidad de los vinos tanto en el Médoc como en Saint Emilion. En el Valle del Loire, con un clima más moderado que Burdeos, su estilo es más refrescante e intenso algo que le valió una apelación específica para vinos 100% Cabernet Franc en Chinon.
Mientras tanto en el resto del mundo cumple también un papel primordial en los blends aunque en los países del Nuevo Mundo vitivinícola es posible encontrar muchos varietales al 100%.
En Argentina desde hace unos años se la considera una de las variedades con mejor futuro y ya son muchos los enólogos que experimentan con ella, al punto que en los últimos 20 años la superficie cultivada con Cabernet Franc creció hasta 7 veces y ya se la considera una de las cepas más finas.
Curiosamente, más allá de tratarse de un cepaje amante de los climas fríos, ha desarrollado en Mendoza, San juan y Patagonia un estilo singular, algo más intenso en boca que el francés y mucho más expresivo de aromas. En conclusión, una identidad que no sólo le permite definir un corte sino también lucirse en un varietal.
Todas las características que mencionamos, este mes es posible encontrarlas en el Lamadrid Reserva Cabernet Franc 2009 elaborado por el talentoso Héctor Durigutti, uno de los enólogos más destacados del país y gran fanático de este cepaje.
*Miembro de la Asociación Argentina de Sommeliers.