Por Alejandro Iglesias, sommelier
La historia del Malbec podría ser el guión de un bestseller hollywoodense. Al menos si uno lee su historia de la manos de estudiosos como Pablo Lacoste y tantos otros que se ocuparon de su idas y venidas. Así es, sus periplos interminables, la admiración de la realeza en la Edad Media, el olvido y su resurgimiento bien valen un relato de todo lo que sabemos al día de hoy de nuestra cepa emblemática.
Orígenes remotos. La historia del Malbec se remonta a la llegada de los romanos a la región de la Gallia Aquitania. En esta comarca, actual sudoeste francés, los romanos se establecieron y del mismo modo que hacían en cada territorio del Imperio plantaron sus vides y dio inicio a la vitivinicultura en la región. Luego su avance y presencia en la zona llevó los cultivos a Quercy, zona hoy perteneciente a la comuna de Cahors. Fue en esta misma región que en el año 150 D.C. el Malbec habría llegado procedente de Italia para dar mayor prestigio a los vinos allí elaborados. Con los años el Malbec se convertiría en la cepa principal y sinónimo de Cahors.
Pasado aristocrático. Exclusivos de la alcurnia romana los caldos de Cahors forjaron una reputación que durante la Edad Media los volvería en vinos de reyes.
El suceso que los llevaría a las cortes europeas fue el casamiento entre Leonor de Aquitania y Enrique Plantagenet, futuro rey de Inglaterra, en 1152. A partir de aquella unión la relación comercial entre Cahors y la corona británica convertiría a estos vinos en los más consumidos en la gran isla.
Incluso se sabe que durante el siglo XIV se transformaron en los favoritos del rey Enrique III quien los llamaba “los vinos negros de Cahors” por su concentración.
Pero la época de esplendor llegaría a su fin con la Guerra de los Cien Años que interrumpiría el comercio entre ambas naciones.
Sin embargo el siglo XVI daría un nueva oportunidad a estos vinos al convertirse en los preferidos de la corona francesa ya que Francisco I, rey de Francia, habría sido uno de los tantos en caer en sus encantos.
De este modo la historia del Malbec tuvo sus días de gloria que incluso hicieron llegar a la cepa a los dominios del Zar Pedro El Grande quien solicitó su cultivo en Crimea.
La extinción. Para el siglo XIX los viñedos de Cahors cubrían 58.000 hectáreas de las cuales el 70% habrían sido de Cot, es decir, Malbec. Pero la llegada de la filoxera en 1865 arrasó con estas plantas y la historia de la región nunca volvería a ser la misma.
Una vez recuperados de la filoxera los franceses apostaron a otras cepas y regiones, de modo que los vinos de Burdeos le arrebataron el protagonismo a Cahors. De todos modos la región no bajó los brazos y siguió con la producción de sus vinos del mismo modo hasta que en 1956 una helada azotaría sus viñedos que se verían drásticamente reducidos.
Sin embargo esto llevó a una mejora en el cultivo a futuro y una nueva a puesta por el Malbec. Mientras tanto en Argentina la cepa ya era un suceso entre los productores.
Especialidad argentina. Nadie puede negar que la fama del Malbec se debe a sus resultados en suelo argentino. Con un clima muy diferente al de Cahors las zonas de nuestro país se convirtieron en las ideales para su cultivo, algo que quedó demostrado a partir de la década de 1990 con la aparición de los primeros Malbec de estilo internacional. La aceptación del público, tanto local como internacional, fue inmediata y con una industria vínica aggiornada llegaron los años de bonanza para el Malbec.
Profeta en su tierra. Tras el éxito del Malbec en el mundo de la mano de las bodegas argentinas Cahors volvió a recuperar un lugar en el mundo del vino. Desde entonces la región se promociona como la Cuna del Malbec a pesar que su estilo es muy diferente al local. Incluso en los últimos años diferentes viticultores argentinos entablaron contacto con los franceses para colaborar en el perfeccionamiento de su estilo. Hasta Paul Hobbs se convirtió en asesor de algunos productores de Cahors.
Malbec por el mundo. Sabemos que el Malbec no es un invento argentino y que hasta se cultivó por años en diversas regiones del mundo. En pequeñas dosis supo formar parte de vinos en Burdeos, Napa Valley y Ribera del Duero.
Pero el éxito no solo llevó a la región de Cahors a impulsar sus viñedos de Malbec sino que en el mundo la cepa es hoy muy preciada y países como Chile, Estados Unidos o Australia han comenzado su cultivo y promoción. Las góndolas del mundo ya no solo ofrecen Malbec argentino sino también de otros orígenes.
¿Malbec o mal pico? Siempre genera curiosidad el significado delos nombres de las cepas y en el caso del Malbec existen dos versiones con peso. Por un lado la que aseguraba que Malbec era la forma en que se denominaba a los vinos de Cahors por su perfil rústico y para algunos difícil de beber. De allí que atribuían el nombre a la expresión “Mal Pico”, un relato simpático pero difícil de comprobar. Por el otro lado estaban quienes atribuían el nombre de la cepa a uno de sus promotores en Médoc (Francia) durante el siglo XVIII, hablamos de Monsieur Malbeck. Si tenemos en cuenta que muchas veces en botánica los nombres de las plantas implican alguna mención de su descubridor o promotor bien puede ser esta la versión mas firme y que el término haya devenido en Malbec, sin la K, con los años.
Su origen y un nuevo debate. Si bien la versión más popular ubica al Malbec en Cahors hay quienes aseguran que ya se la cultivaba bajo el nombre de Cot en otras regiones europeas y hasta existe bibliografía de principios del siglo XX que la ubica en la cuenca del Rhin, en Alemania. Mientras los estudiosos continúan buscando pruebas firmes de esto lo importante es saber que Argentina es el país que cuenta con material genético original gracias al aporte que realizó en 1853 Michel Pouguet y que esto permitió escribir su gran historia.