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Clos de los Siete 2016, una cosecha muy especial

El vino desarrollado por Michel Rolland tiene una nueva cosecha que permite comprobar el efecto del terroir del Valle de Uco a lo largo de la historia.

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Clos de los Siete es uno de los proyectos que cambió la historia del vino argentino a comienzos del dos mil. Y lógicamente si hablamos del Clos es imposible no mencionar a su creador, el reconocido Michel Rolland.

 

Convocado por Arnaldo Etchart, Rolland desembarcó en Argentina a comienzos de la década de 1990, más precisamente en Cafayate, y no tardó en enamorase de los viñedos locales y el potencial que prometía la vitivinicultura argentina.

 

Luego de asesorar diferentes proyectos, este celebre winemaker francés llegó al Valle de Uco donde sintió que se encontraba el lugar dónde debía trabajar y para hacer realidad su sueño convocó a un selecto grupo de bodegueros bordeleses. Fue así que llegaron Catherine Pere-Verge, los hermanos Cuvelier y la familia Bonnie quienes más tarde fundarían las bodegas Monteviejo, Cuvelier de los Andes y Diamandes de los Andes, respectivamente.

 

 

Junto a este dream team de bodegueros, en 1999 Rolland plantó las primeras vides del viñedo que hoy cuenta con 850 hectáreas al pie de la cordillera en una de las regiones más codiciadas del Valle de Uco, Campo de los Andes, en Tunuyán.

 

El vino. Si bien cada una de las familias fundadoras del Clos cuenta con sus propios vinos y bodegas, desde el comienzo elaboraron Clos de los Siete, un vino para el cual cada familia aporta un porcentaje de su producción anual. La primera cosecha de este vino fue la del 2003 y desde entonces su corte varió de acuerdo a las condiciones climáticas del año y las posibilidades que ofrecía la vendimia para mantener una calidad determinada y expresar el carácter que Rolland definió para esta etiqueta.

 

Si bien el corazón del vino es siempre Malbec, a lo largo de los años el vino ofreció una composición que explica la manera en que maduraron las uvas y la calidad de la añada. Por ejemplo, la última cosecha, la 2016, esta elaborada con 54% Malbec, 18% Merlot, 12% Cabernet Sauvignon, 12% Syrah, 3% Petit Verdot y 1% Cabernet Franc.

El efecto de la añada. Para la presentación de esta nueva cosecha, Ramiro Barrios, General Manager de Clos de los Siete, optó por un ejercicio muy especial: una cata vertical pero a ciegas. “El objetivo de esta degustación no es que acierten a que año pertenece cada copa sino que comprueben la consistencia del vino”. Y bien que resultó el ejercicio. Durante más de quince minutos, los invitados nos sumergimos en las copas para interpretar con las fichas técnicas en mano cómo el clima y el terroir se expresaban sin alterar la identidad de un vino que ya se ganó un espacio de privilegio entre los clásicos argentinos.

 

Las cosechas presentadas fueron 2003, la primera con viñedos de apenas 4 años, 2006, un año excelente, 2009, primera edición con Petit Verdot en el corte, 2011, cosecha en la que se perdió el 50% de la producción a causa del granizo, 2013, año fresco, 2014, añada más fresca que la anterior y el nuevo 2016, un año marcado por el efecto del niño con lluvias, días nublados y frío.

 

¿Qué nos sorprendió? Por un lado que el 2003 fue el más desafiante ya que su color y expresión parecían de un vino muchísimo más joven mientras que 2016 se lució con una expresión frutal y refrescante que marca un hito en la historia del Clos de los Siete. De este modo, el gran vino desarrollado en 2003 por Michel Rolland nos dio una lección acerca de la relación inquebrantable entre el vino, el terroir, el clima y el tiempo. Una relación mágica que nos cautiva y convierte al vino en la bebida más sofisticada del planeta.

 

Clos de los Siete by Rolland. Podríamos explayarnos largo y tendido acerca de nuestra impresión de esta nueva añada del vino pero que mejor que dejar hablar a su creador.

 

“Degustar Clos de los Siete 2016 nos sorprende gratamente y nos permite apreciar aún más las condiciones de nuestro querido Valle de Uco. En un año atípico por las bajas temperaturas y elevadas precipitaciones, percibimos un vino de intensa expresión en aromas y pronunciada frescura en boca”, destaca Michel Rolland mientras que del vino destaca que “presenta un intenso color rojo rubí y sorprende con aromas a moras, ciruelas y flores especiadas. En boca se muestra equilibrado, fresco y con una agradable tensión ácida, típica de la temporada, que le brinda un alto potencial de guarda. Este año nuevamente el Cabernet Franc forma parte del corte y, aunque con sólo un 1%, aporta un agradable toque especiado en boca.”.

 

 

 

 

Author Alejandro IglesiasPosted on junio 4, 2019junio 4, 2019Categories Conocé al Enólogo NOTAS Noticias del mundo del vino Tags clos de los siete michel rolland
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