Cuando un vino es un gran vino

¿Más de una ve te preguntaste si el vino es tu copa es único? Hoy te compartimos que aspectos te van a ayudar a comprenderlo.

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Una copa acaba de robarnos el aliento. Mudos la miramos. Volvemos a probar el vino que contiene y nos preguntamos: ¿es el mejor vino que jamás probé? Es ahí cuando nos invade cierta sensación de emoción e inseguridad. Sentimos que si, es un vino extraordinario pero algo no termina de convencernos.

 

Si alguna vez estuviste en esta encrucijada no tenes que alarmarte, es común y lo más importante, es parte del aprendizaje. Lo bueno es que para estas ocasiones hay algunos consejos para seguir si es que ya sabes lo suficiente o bien otros para entrenarse y ponerse a la altura de las circunstancias.

 

Pero sin importar el caso podemos asegurarte que si prestas atención a los siguientes atributos indispensables para todo gran vino, podrás responderte esta pregunta trascendental en cuestión de sorbos.

 

Siempre te decimos que cuando catamos un vino no hacemos más que recopilar la información contenida en la copa. Procesarla e interpretarla es el trabajo más complejo y que demanda de experiencia. Si cumpliste con este recorrido ya sabes qué características de un vino determinan su calidad y si tenes en claro tus preferencias bien podes determinar que tan bueno es lo que estas bebiendo. Pero si aun no terminas de comprenderlo son estos los atributos que debes tener en cuenta cuando un vino te deje paralizado.

 

 

Expresivo. Encontrar un buen caudal aromático al momento de acercar la copa a nuestra nariz es un atributo que augura un buen sorbo. Todos queremos descubrir entre los aromas del vino complejidad o bien una expresión frutal definida. Esto nos permite imaginar el tipo de vino que beberemos e incluso sacar conclusiones de su tipicidad varietal, sentido de lugar y hasta de las intensiones del enólogo al momento de elaborarlo. Por lo tanto, es importante que el vino nos transmita desde sus aromas la mayor cantidad de información posible sobre su identidad.

 

Intenso. Al beber un sorbo de vino es vital que éste se haga notar en el paladar. Y si su paso perdura mucho mejor. En este sentido, cuando hablamos de intensidad no nos referimos a su potencia sino a la capacidad que sus sabores, texturas y demás sensaciones de boca se destacan mientras lo bebemos. Existen los vinos que siendo sabrosos tienen un paso fugaz en boca y quizás los recordamos para algún momento simple pero no para una ocasión especial, mientras que aquellos que afirman su sabor con precisión son los que nunca olvidamos.

 

Equilibrado. Que cada atributo del vino este en su lugar es imprescindible a la hora de evaluar la calidad. Cuanto mejor balanceados estén los componentes que hacen su esencia diferencial mejor nos hablarás de su potencial. Por esto mismo cuando un vino seduce en nariz pero no cumple en boca, o viceversa, es lógico que nos desilusione. Un gran vino debe cumplir de modo equilibrado en cada momento y nunca alcanza con deslumbrarnos solo por una de sus instancias.

 

Versátil. Inmediatamente después de saborear un vino comenzamos a pensar con qué lo acompañaríamos y cuál podría ser el mejor maridaje. Pero nunca debemos pensar en una sola opción sino en varias, incluso en ocasiones diferentes. Desde ya que todo gran vino lo vamos a pensar para momentos importantes pero un buen vino es también aquel que puede adaptarse a numerosas situaciones ya sea en compañía de comidas o no. Sabemos que la comida es fundamental para permitir que un vino se luzca pero lo cierto es que son las circunstancias y las compañías las que hacen un descorche único. Por lo tanto, un vino que pueda ser el adecuado a diferentes circunstancias sin dudas será para nosotros siempre el más indicado.