Bonarda, una variedad con vida propia.

Por Verónica Gurisatti, sommelier.

La Bonarda es la más elástica de las variedades tintas y la madre de nuestros vinos comunes. Durante muchos años se la usó únicamente para producir vinos de mesa, por su dulzura y su color, pero a través de los bajos rendimientos en el viñedo y las modernas prácticas enológicas, se convirtió en un varietal muy apreciado para vinos Premium, incluso, para productos que soportan una guarda de más de 5 años.

En la Argentina siempre contó con una importante superficie de cultivo, está muy difundida en Mendoza, La Rioja y San Juan, y posee casi la misma superficie implantada que el Malbec. Hace una década algunas bodegas comenzaron a elaborarla con los mismos cuidados que usan para otras variedades finas como el Malbec o el Cabernet Sauvignon y los resultados fueron sorprendentes, aunque sólo una pequeña fracción de la variedad se usa con ese fin.

El punto de inflexión lo marcó Nieto Senetiner en el 2000 cuando elaboró un súper premium para el mercado inglés y fue una de las primeras bodegas en descubrir las bondades de esta uva semejante al Malbec pero con menos concentración de taninos y menos grados de alcohol. Guillermo Banfi, propietario de bodega Sur de los Andes, apuesta a la variedad y asegura que es la prima hermana del Malbec “da vinos de gran color, muy fáciles de beber, aromáticos y de buena acidez, pero de una estructura más liviana”.

“Así como la Argentina produce los mejores Malbec del mundo también elabora los mejores Bonardas. En los últimos años han aparecido varias marcas de muy buena relación precio-calidad sobre todo en la franja de precios que va de los 25 a los 40 pesos -explica Guillermo Banfi- como Durigutti, Colonia las Liebres y Lamadrid, y también hay cada vez más ejemplares de alta gama como Nieto Senetiner y Sur de los Andes Reserva”.

Hoy en día se define por sí sola: distintiva, de carácter suave, apta para maderizar, crecer y crecer, acompaña tan bien al Malbec que se dice que es un corte típicamente argentino, aunque también va muy bien con el Syrah. En realidad se usa desde hace mucho tiempo pero recién ahora aparecen las variedades expresadas en la etiqueta. Joven y frutada, con o sin madera, sola o con otras variedades, la Bonarda va en camino a convertirse en un clásico.

Terruños.

Por Verónica Gurisatti, sommelier.

 

Como la viña es un ser vivo, recibe todo tipo de influencias de la misma manera que evoluciona con la edad. Por eso, además de las características propias de cada cepa como Malbec, Merlot o Cabernet Sauvignon, cada terroir con sus diferentes micro-climas y tipos de suelos, y cada bodega con sus estilos de vinificación, crianza y estiba, le dan a cada vino su identidad.

 

¿Pero,qué es exactamente el terroir?

Terroir es sinónimo de Terruño y es un término que se usa en Francia para describir la influencia que recibe el viñedo del medio ambiente que lo rodea y lo afecta, como la cantidad de días de sol, lluvias, humedad, vientos, altura, amplitud térmica (diferencia de temperatura entre el día y la noche) y composición del suelo, ya que todo esto le dará al vino una calidad y un carácter particular.

 

Argentina tiene una gran diversidad de terruños ubicados de Norte a Sur y divididos en 4 regiones bien diferenciadas por sus características climáticas y su variedad de suelos: la Región Noroeste (incluye Salta, La Rioja, Catamarca y Jujuy), la Región Centro-Oeste (Mendoza y San Juan), la Región Este (Buenos Aires, Entre Ríos y Córdoba) y la Región Sur (Río Negro, Neuquén, La Pampa y Chubut).

 

En Salta, los Valles Calchaquíes incluyen diversos terruños diferenciados entre sí por la altura, que va de los 1.700 msnm en Cafayate, pasando por los 2.000 en Yacochuya, hasta los 2.400 en Colomé, y las uvas típicas de la región son la fragante Torrontés y los exquisitos Malbec y Cabernet, pero también hay muy buenos Chardonnay, Chenin, Sauvignon Blanc, Merlot, Syrah y Tannat. La altura imprime en los vinos colores vivos, carácter intenso y un matiz refrescante y mineral.

 

En Mendoza se encuentra la mayor cantidad de viñedos del país y su geografía vitivinícola se divide en 3 grandes oasis: el Oasis Norte rodea a la ciudad por el Norte y el Este, tiene una altura entre 600 y 700 msnm y es una verdadera potencia vitivinícola por la superficie de viñedos y cantidad de bodegas que allí se agrupan. En Luján de Cuyo y Maipú se ubica la “Primera Zona” de los vinos argentinos y la variedad más característica es el Malbec, aunque también hay muy buenos Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah, Chardonnay y Sauvignon Blanc. En el Valle de Uco se encuentra el Oasis Centro que alcanza las mayores alturas vitivinícolas de la provincia (hasta 1.400 msnm) y los mejores vinos que se obtienen son los que provienen de cepas con ciclo corto, en especial Chardonnay, Merlot y Pinot Noir, pero también hay muy buenos Malbec y Tempranillos. El Oasis Sur se sitúa en San Rafael y su zona de influencia (entre 500 y 750 msnm) y las variedades más cultivadas son Chardonnay, Sauvignon Blanc, Chenin, Cabernet Sauvignon, Pinot Noir, Merlot, Malbec, Bonarda y Syrah.

 

Por suerte, en Argentina todas las variedades (de ciclo corto o largo) alcanzan excelentes niveles de madurez aunque en zonas más lluviosas pierden potencia aromática. Por ejemplo, con un Malbec cultivado en el Sur y otro en Salta, en el primer caso el vino será más fino y más apto para el envejecimiento, pero la mayor acidez enmascarará los aromas. Lo importante es que cada vino conserve su tipicidad.

Entrevista a Juan Roby, enólogo de Bodega Lagarde.

Por Verónica Gurisatti, sommelier.

 

Lagarde es una de las primeras bodegas fundadas en Luján de Cuyo, Mendoza, y gracias a la pasión de sus dueños, la Familia Pescarmona, logró posicionarse como un referente de vinos de alta calidad a nivel nacional y mundial.

 

Juan Roby dirige los viñedos desde 1999 y a partir de 2003 también la producción… y a pesar de su juventud, tiene una vasta experiencia en la enología local e internacional. Luego de haber cursado un postgrado en la Universidad de Montpellier y de haber hecho varias giras técnicas por Italia y Estados Unidos, llegó a Lagarde donde cuenta con un gran equipo de trabajo, varias fincas (la mayoría en Luján de Cuyo) y el desafío de hacer cada año los mejores vinos.

 

¿Cuántas botellas elaboran al año?
Elaboramos alrededor de 1.200.000 botellas, desde varietales jóvenes para consumo rápido hasta vinos que pueden ser consumidos después de 10 o 15 años. Son 4 líneas con más de veinte productos diferentes en total.

 

¿Exportan?
Exportamos el 60% de la producción a más de 20 países, entre ellos México, Brasil, Perú, Colombia, Paraguay, Costa Rica, Panamá, Guatemala, Antillas Holandesas, Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Francia, Polonia, Rusia, Bélgica, Alemania, Holanda, Estonia, China, Japón, Malasia, Vietnam, Camboya, Laos y Filipinas.

 

¿Cuál es el momento que atraviesa hoy la vitivinicultura mundial?
Es un momento complicado y después de la crisis mundial hay mucha competencia. El consumidor de hoy busca vinos de menor precio y mayor calidad.

 

¿Hacia dónde va la industria nacional?
Hay que separar dos industrias nacionales: la de vinos de calidad y la de vinos básicos de menor precio. Argentina se está posicionando como exportador de vinos de calidad, con muy buena imagen internacional y en el futuro esta parte de la industria va a seguir creciendo sostenidamente. El desafío es mantener los altos niveles de calidad para conservar lo que ya hemos conseguido. Por otro lado, la parte de la industria de vinos básicos la veo con un futuro menos auspicioso y en el mediano plazo las empresas que no puedan diferenciar sus productos y agregarles valor, van a estar complicadas.

 

¿Qué variedades tienen más potencial?
En la Argentina principalmente el Malbec, pero algunas otras como el Cabernet Sauvignon y el Cabernet Franc también pueden destacarse.

 

¿Cómo definirías a los vinos de Lagarde?
Son vinos elegantes, con equilibrio entre la fruta y la madera. Lo que buscamos es conservar y explotar al máximo las características de los terruños y métodos de elaboración para mantener la tipicidad e identidad de los vinos. Por eso sólo usamos uvas de viñedos propios, porque nos da la posibilidad de ser consistentes en la calidad pero también de ir mejorando y profundizando en el conocimiento del potencial de cada sector de las fincas.

 

¿Cuáles son tus vinos favoritos?
No tengo vinos favoritos. Los elijo en función del momento, el tipo de comida, etc. Por nombrar alguno que me gusta mucho, el Henry Gran Guarda..

Elegancia & Complejidad.

Por Verónica Gurisatti, sommelier.

 

En los últimos años hubo un cambio radical en el estilo del vino argentino. Nuestra vitivinicultura se afianzó en el modelo del chateau francés (calidad) pero con bases en el australiano (volumen) y viene avanzando hacia vinos más modernos y fáciles de beber, con una profunda búsqueda de suelos y de identidad, apuntalados en la calidad y elaborados a partir del viñedo.

 

Muchas bodegas, además de incorporar tecnología de punta, perfeccionaron el uso de las barricas de roble, estrenaron algunas tipicidades del terruño y se especializaron en Malbec, y así fueron naciendo vinos más elegantes, con personalidad, mucho más integrados, con menos concentración y notable fluidez, donde prevalece la fruta y la frescura sobre la madera.

 

Uno de los grandes diferenciales de Argentina con respecto a otros países del Nuevo Mundo es su diversidad de suelos, variedades de uva, estilos y terroir (así lo reflejan las góndolas que ostentan cada día más etiquetas). Pero hoy, lo que claramente se ve es una tendencia a mejorar y buscar calidad desde la producción, por eso los enólogos aseguran que lo mejor está por venir.

 

El Malbec mendocino ya es referente del vino argentino en todo el mundo. Por su dulzura, su versatilidad, su buena relación precio-calidad y porque es muy fácil de tomar. Es el varietal más trabajado del país y hoy está pasando por su mejor momento, aunque todavía no se llegó a la excelencia.

 

Es la uva más plantada y Mendoza concentra la mayor cantidad de viñedos, especialmente en Luján de Cuyo y Maipú, llamada “Primera Zona de los vinos argentinos”, donde la variedad más característica es el Malbec, aunque también hay muy buenos Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah.

 

El Syrah de Maipú (Mendoza) es único e inconfundible y su personalidad varía según el grado de madurez. Algunas bodegas están logrando altísimos niveles de calidad al potenciar al máximo sus rasgos primarios y al imprimir una nueva dimensión con varietales extremadamente delicados.

 

¿Será la nueva esperanza tinta? Es el gran aporte al mundo vitivinícola del Valle del Ródano (Francia), en Australia alcanzó una superioridad indiscutida y en nuestro país está de moda. Hace algunos años apenas existía, pero hoy está presente en casi todas las regiones productoras y después del Malbec, la Bonarda y el Cabernet, es la cepa que más está creciendo en superficie cultivada.

 

El Cabernet Sauvignon de la Patagonia es bien distinto a los demás y tiene que ver con el terroir. Es más suave y con taninos más delicados que no causan tanto impacto, con buena estructura y longevidad. Añeja muy bien en madera (con la que tiene afinidad natural) y en botella hasta alcanzar asombrosos niveles de complejidad.

 

Es capaz de brillar durante un siglo, pero también produce vinos deliciosos sólo 6 meses después de la vendimia. Su rasgo más típico es la esencia del cassis y cuando el nivel de maduración es bajo, aparece un aroma de pimienta verde. Hoy, es el gran desafío del vino argentino y aún está todo por hacerse

Entrevista a Daniel Pi.

Por Verónica Gurisatti, sommelier.

 

Daniel Pi es uno de los enólogos más reconocidos del país y desde 2003 es el Chief Winemaker de Bodegas Trapiche, algo así como el Jefe de Enología a cargo de las áreas vitícola y enológica de la bodega. Vive en Mendoza, muy cerca de la Cordillera y lo define una admirable vocación por su trabajo. Su mayor objetivo es la búsqueda de la calidad y la consistencia en grandes volúmenes y trata de lograr siempre el mejor vino posible con las mejores uvas de las mejores fincas.

 

¿Cuál es el gran desafío hoy del vino argentino?
A nivel cualitativo hoy no existen diferencias entre nuestros vinos y los de los principales productores mundiales. Hemos logrado una identidad que hace que nuestros vinos sean fácilmente reconocibles y el gran desafío está en la comunicación de la calidad y en tratar de demostrar que no sólo somos Malbec.

 

¿Cuáles son los cambios más importantes de la industria en los últimos años?
La incorporación de tecnología en la década del “90 fue clave para el aggiornamiento de nuestra industria y esto se siguió dando en los últimos años. Además, el uso de clones para el desarrollo de variedades no tradicionales -como Syrah, Pinot Noir y Sauvignon blanc-, el riego por goteo, las nuevas técnicas de conducción de viñedos, los estudios de suelos y climas y las nuevas regiones (no sólo dentro de Mendoza). Pero sobre todo, el mayor respeto hacia las profesiones de Ingeniero Agrónomo y Licenciado en Enología.

 

¿Cómo hiciste el Trapiche Colección Roble Syrah?
El Syrah Colección Roble es uno de mis vinos favoritos. Está elaborado en su mayoría con uvas de Maipú y un 20% de San Carlos, tiene una maceración cuidadosa dirigida a proteger la fruta y la estructura tánica, y está criado un año en roble fundamentalmente americano de tostado medio fuerte. Como resultado tenemos un tinto que está entre los clásicos vinos del Rhone y los “big boys” de Australia: buen color, aromas especiados (ruibarbo, tostados, vainilla, café), taninos sedosos y gran volumen en el paladar.

 

¿Cuáles son los objetivos de la bodega?
Hoy día estamos afianzando nuestro portafolio ya que estamos presentes en más de 80 países y somos la marca de vino argentino con más llegada en el exterior (posiblemente una de las marcas argentinas mas reconocidas por los consumidores en el mundo).

 

¿Cuántas botellas elaboran al año, cuántas exportan y qué marcas producen?
Trapiche en este momento está produciendo unas 35 millones de botellas, de las cuales el 60% se destina al mercado externo y un 40% al mercado doméstico. Nuestra bodega es una de las pocas que elabora vinos desde los segmentos “entry level” hasta el “icono” y las marcas que producimos son: Astica, Falling Star, Trapiche Varietales, Trapiche Melodías, Broquel, Origen, Fond de Cave, Fond de Cave Reserva, Fond de cave Gran Reserva, 120 Años, Medalla, Gran Medalla, Finca Las Palmas, Single Vineyard, Iscay, Manos.

 

¿Cuál es tu sueño a nivel profesional? ¿Qué te gustaría lograr de aquí a unos años?
Estoy trabajando con mi familia en la elaboración de un Vino de Garaje y nos divertimos mucho. Ese es uno de los sueños que tenía y hoy lo estoy haciendo realidad. Pero trabajar en Trapiche fue siempre para mí un sueño que estoy viviendo desde hace ya 7 años.

Clásicos & Modernos

Por Verónica Gurisatti, sommelier.

Burdeos es más que un famoso territorio vitivinícola. Es el símbolo del gran vino y el ícono de los blends. Es la denominación más conocida y más grande de Francia y allí, según las diferentes comunas, los distintos criterios de producción y las múltiples recetas familiares transmitidas de generación en generación, se combinan sabiamente las cinco uvas tintas propias de la región: Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot, Malbec y Petit Verdot.
Tanta trascendencia tuvieron estos tintos fuera de Francia que todo el mundo trata de imitar su estilo y calidad. En cualquier país del mundo cuando se quiere elaborar un gran vino, se intenta reproducir lo que se hace en Burdeos. Sin embargo, durante los últimos años muchos países siguieron la tendencia mundial por los varietales y desde hace más de una década se están produciendo vinos lo más lejos posible del tradicional “estilo Bordeaux”.
La moda la impusieron los productores de Estados Unidos como herramienta para simplificar conceptos, ya que los varietales son el primer escalón en la interpretación de un vino: la expresión simple de la fruta, su estructura y su terroir. La Argentina tiene una larga historia en el arte de los blends, pero el auge de los varietales surgido en los noventa cambió el rumbo y la gran mayoría de las bodegas prefirió seguir el ritmo del mercado.

El Malbec es el cepaje fino más cultivado en la Argentina y produce nuestro tinto más emblemático. Aunque es originario del sudeste francés, dónde se elabora como varietal en la zona de Cahors, los expertos internacionales coinciden en que el Malbec argentino es el mejor del mundo.
A nuestro país llegó a mediados del siglo XIX y comenzó a cultivarse en forma intensiva por su sanidad, vigor y capacidad de producir buenos vinos. Se adaptó muy bien a todas las zonas vitivinícolas pero en Mendoza, especialmente en Luján de Cuyo y Valle de Uco, alcanzó su plenitud. Se destaca por sus aromas a ciruelas, su sabor dulce y su paladar aterciopelado.
Al Cabernet le dicen el Rey de los Cepajes por su poderosa personalidad y porque produce algunos de los tintos más deliciosos del mundo. Originario de Francia y exitosamente cultivado en todo el universo vitivinícola, es el paradigma del vino tinto con cuerpo y robustez.
Fácil de entender pero difícil de imitar, su sabor siempre se puede reconocer se plante donde se plante. En nuestro país, no tiene problemas para crecer en casi ningún rincón del territorio y se lo encuentra desde Salta hasta Río Negro. Además, es capaz de madurar durante años sin perder su estirpe y de fascinar tanto a paladares principiantes como a los más exigentes.
El Merlot es famoso por ser parte de los tintos más codiciados del mundo. Originario del sudoeste de Francia, es la segunda uva tradicional y en importancia de Burdeos y en Sain ?milion y Pomerol llegó a su plenitud. Se parece al Cabernet pero con menos taninos, estructura y acidez.
La mayoría no necesita envejecimiento en botella, aunque algunos adquieren complejos y delicados matices. Actualmente experimenta un gran auge en Italia y algunos países del este de Europa, en Chile es la uva estrella y en nuestro país logró un excelente desarrollo en el Alto Valle de Río Negro (Patagonia), en Luján de Cuyo y en el Valle de Uco (Mendoza).

Elegancia & Complejidad

Por Verónica Gurisatti, sommelier.

En los últimos años hubo un cambio radical en el estilo del vino argentino. Nuestra vitivinicultura se afianzó en el modelo del chteau francés (calidad) pero con bases en el australiano (volumen) y viene avanzando hacia vinos más modernos y fáciles de beber, con una profunda búsqueda de suelos y de identidad, apuntalados en la calidad y elaborados a partir del viñedo.

Muchas bodegas, además de incorporar tecnología de punta, perfeccionaron el uso de las barricas de roble, estrenaron algunas tipicidades del terruño y se especializaron en Malbec, y así fueron naciendo vinos más elegantes, con personalidad, mucho más integrados, con menos concentración y notable fluidez, donde prevalece la fruta y la frescura sobre la madera.

Uno de los grandes diferenciales de Argentina con respecto a otros países del Nuevo Mundo es su diversidad de suelos, variedades de uva, estilos y terroir (así lo reflejan las góndolas que ostentan cada día más etiquetas). Pero hoy, lo que claramente se ve es una tendencia a mejorar y buscar calidad desde la producción, por eso los enólogos aseguran que lo mejor está por venir.

El Malbec mendocino ya es referente del vino argentino en todo el mundo. Por su dulzura, su versatilidad, su buena relación precio-calidad y porque es muy fácil de tomar. Es el varietal más trabajado del país y hoy está pasando por su mejor momento, aunque todavía no se llegó a la excelencia.

Es la uva más plantada y Mendoza concentra la mayor cantidad de viñedos, especialmente en Luján de Cuyo y Maipú, llamada “Primera Zona de los vinos argentinos”, donde la variedad más característica es el Malbec, aunque también hay muy buenos Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah.

El Syrah de Maipú (Mendoza) es único e inconfundible y su personalidad varía según el grado de madurez. Algunas bodegas están logrando altísimos niveles de calidad al potenciar al máximo sus rasgos primarios y al imprimir una nueva dimensión con varietales extremadamente delicados.

Será la nueva esperanza tinta? Es el gran aporte al mundo vitivinícola del Valle del Ródano (Francia), en Australia alcanzó una superioridad indiscutida y en nuestro país está de moda. Hace algunos años apenas existía, pero hoy está presente en casi todas las regiones productoras y después del Malbec, la Bonarda y el Cabernet, es la cepa que más está creciendo en superficie cultivada.

El Cabernet Sauvignon de la Patagonia es bien distinto a los demás y tiene que ver con el terroir. Es más suave y con taninos más delicados que no causan tanto impacto, con buena estructura y longevidad. Añeja muy bien en madera (con la que tiene afinidad natural) y en botella hasta alcanzar asombrosos niveles de complejidad.

Es capaz de brillar durante un siglo, pero también produce vinos deliciosos sólo 6 meses después de la vendimia. Su rasgo más típico es la esencia del cassis y cuando el nivel de maduración es bajo, aparece un aroma de pimienta verde. Hoy, es el gran desafío del vino argentino y aún está todo por hacerse

Pasos a tener en cuenta para completar la tarjeta de degustación.

Por Verónica Gurisatti, sommelier.

 

Qué debe incluir una buena nota de cata

Una buena nota de cata incluye una descripción objetiva del estilo general del vino, de sus sabores y su calidad, independientemente de sus características concretas, que se analizan por separado. Equivale a describir la altura, el cuerpo y el color de la piel de una persona antes de intentar describir su personalidad.

 

Los buenos vinos son, en principio, equilibrados y ningún elemento de su composición debe ser deficiente o excesivo. Pero hay que recordar que los constituyentes de este equilibrio varían según el origen, la cepa y la añada, y que no existe un estilo “ideal”.

 

La vista: a través del color y el brillo se perciben la sanidad del vino y su edad. Los tintos jóvenes van del rojo violáceo al granate, azulado o rubí y con el tiempo se van poniendo teja. También hay que observar la profundidad, que puede ser baja, media o alta, y nos habla de la concentración del vino.

La nariz: primero, a copa quieta, observar la intensidad aromática (si es potente o si casi no se perciben aromas), después el carácter (frutado, especiado, tostado, vegetal, floral, mineral, etc.) y, luego de girarla, tratar de identificar los distintos aromas y su complejidad. Un vino tiene mayor o menor complejidad cuanto mayor o menor sea el tipo de aromas encontrados, pero también es muy importante la persistencia.

El cuerpo: es la estructura del vino y describe la sensación táctil que produce en el paladar, debida a su graduación alcohólica pero también a la consistencia del líquido y a la intensidad de sus sabores. Puede ser de cuerpo suave, ligero, medio, estructurado, aterciopelado, rústico o concentrado.

La boca: la primera sensación del vino en la boca es el ataque y puede ser amable, delicado o intenso, luego se analiza el sabor (frutado, especiado, maderizado, mineral, etc.), la densidad (el peso en el paladar), la textura, la acidez, los taninos, el alcohol y la estructura en general. Los taninos se perciben como sensaciones táctiles de aspereza o suavidad y se relacionan con la madurez de la uva (pueden ser suaves, marcados o dulces). Por último, el equilibrio y la persistencia.

El equilibrio: está relacionado con la armonía de los aromas y los sabores. Un vino equilibrado tiene el soporte tánico necesario para la conservación y mantiene la frescura de sus aromas primarios. Además, la calidad está siempre supeditada al equilibrio entre el alcohol, los taninos y la acidez. Se califica como bueno, muy bueno o excelente.

La conclusión: esta etapa combina una opinión subjetiva (me gustó o no me gustó) con una apreciación más objetiva de la calidad. La objetividad se adquiere con la experiencia y es muy importante tener confianza en el propio paladar. También es importante anotar si está listo para tomar, si necesita un período de guarda o si ya pasó el momento de su apogeo.